viernes, 5 de agosto de 2011

Varenka.

en realidad lo pensé en inglés, digo, en mi cabeza borracha mientras tomaba tequila con limón y sin hielo en una copa de champán, en mi madrugada libre, después de haber estado bebiendo cerveza en la Condesa con ella desde las 3 de la tarde, doce horas después estábamos en la terraza del hostal, ella afuera y yo adentro, sentado en un sillón, y mientras contemplaba la copa algo verde por la cáscara del limón me vino a la cabeza, pensé que al día siguiente no lo recordaría; en realidad pensaba que sonaba mucho mejor de lo que me suena en este momento: I'm drunk but I like you. tenía ganas de salir a encontrarla y decírselo pero estaba rodeada de amigos, hombres, y eso me daba hueva -ja, estas palabras mexicanas me encantan- y entonces pensé que sí que tenía que salir, tener algo de huevo aunque fuese por una vez, así que agarré mi copa, salí, fui y me senté a su lado -lo hice con la excusa de pedirle un cigarro, aunque sabía que no tenía porque nos habíamos fumado los míos juntos; igual me consiguió uno-, le ofrecí un trago pero ella se había pasado al agua y seguía hermosa, no como yo que ya estaba en ese estado en el que se te nota en los ojos. recuerdo la primera vez que la ví, también en la terraza del hostal, hace unas semanas -el día anterior a ir a Xochimilco por tercera vez-, creí que era australiana, no sé muy bien por qué, tal vez porque estaba con dos australianos, aunque no estoy seguro de haber sabido en ese instante que ellos eran australianos, digo, ahora sí lo sé, fuckin australians, pero no sé si lo sabía, bueno, entonces pensé que era australiana, pero por suerte es mexicana -nada personal-. claro que me llamó la atención, pero imaginé que de seguro estaba con alguno de esos dos pibes y yo estaba ocupado pensando en que toda mi ropa estaba sucia pero muy sucia y mis medias y pies olían a podrido y que tenía que hacer algo, así que me fuí a llevar ropa al lavadero y de paso me compré un par de medias en la calle. fue cuando volví al hostal que ella estaba entrando y recuerdo haberle dicho, oye, wait, y mantuvo la puerta abierta hasta que caminé los escasos pasos que me separaban de ella y al llegar me sonrió y entonces, al subir las escaleras sus piernas me saludaron de la manera más dulce que uno pueda imaginarse, hacía rato que no me pasaba, estaban encantadoras bajo esa falda. ella siguió hasta la terraza y yo me quedé en el primero: fui a mi cuarto a ponerme mis medias nuevas con zapatillas; pero en ese preciso instante me di cuenta de que me gustaba y tenía que conocerla, así que subí a la terraza a ver qué onda. ahh, como siempre otra vez esa idea de que esto -todo- es una pérdida de tiempo, pero visto desde esa lógica no pierdo nada en perder el tiempo, así que imagino que está bien y me doy el lujo de seguir haciéndolo, si en realidad tiene algún sentido lo que digo. subí la escalera y me senté en alguno de los sillones de la terraza, el que estuviera más cerca de ella quizás, quizás no, no lo recuerdo exactamente, pero sí recuerdo que en algún momento estaba sentada al lado mío. Varenka abre bien los ojos cuando te habla -diferente a como lo hacen Sara o David, algo orientales, a los cuales es muy  difícil verle los ojos-, y te mira y casi que uno lo puede ver todo, sin contar con que el sonido de su voz te envuelve. me contó que había estado en Argentina 3 meses hace dos años y que Buenos Aires le había encantado. no sé cómo fue, pero en algún momento me dí cuenta de que, en efecto, estaba con uno de los autralianos -fuckin australians, they are takin even the lesbians-, pero me miraba de tal manera que yo no podía evitar lo que estaba pasando y cada vez quería más y no podía entender cómo el australiano éste -fuckin australians, they are takin even the goats- no le daba ni un minuto de su atención, no le daba nada, así que poco me importaba. al rato de estar hablando empecé a sentir que no tenía sentido, que era imposible, hasta que alguien mencionó que al día siguiente íbamos a Xochimilco y ella parecía entusiasmada con la idea de ir, y de hecho dijeron que vendrían. empezó mi turno y se fueron todos a la pulquería de Insurgentes y me quedé en la barra de la terraza con esa sensación, ya saben, algo adolescente. fue una noche tranquila, más allá de los borrachos que venían llegando de la pulquería, eventuales vómitos, cosas por el estilo, yo bebí poco porque tenía que despertarme temprano y sin resaca. me despertó David como a la una, subí a la terraza, me convidó media torta de milanga, el sol brillaba, yo estaba sentado justo frente a la escalera, y entonces aparece Varenka con un vestido que le caía particularmente bien y sus piernas, bueno, me saludaron otra vez, obviamente ella sabe del poder de sus piernas, porque ellas siempre lo saben todo, ¿no? no pude evitar sentirme contento al verla, aunque no sé si contento es la palabra, tuve otra vez esa sensación adolescente, y estaba también algo sorprendido; como que nunca pensé que de verdad vendría(n) -fuckin australians, they want to take over México, I know it-.
la expedición a Xochimilco estuvo deliciosa, con incontables litros de Pulque, catorce litros de cerveza y dos horas de Trajineras por los canales que de alguna manera se parecen a las islas de Tigre. a la vuelta pasamos por la pulquería callejera y con David nos compramos una bolsa de litro cada uno para el viaje de vuelta y no nos dejaron entrar al tren ligero, obviamente, y perdimos a los demás: lo que sigue como que tengo nubarrones, recuerdo ir caminando con David por la calle paralelo al tren y de repente estamos en Pino Suarez, donde cambiamos a la línea uno para llegar a Roma y cuando entramos al andén ahí estaba Varenka -con el australiano, fuckin australians, I think they want to control the world-. como sea, apenas si podía hablar... la noche siguiente, sábado, pasaron un rato por el hostal a buscar a Jack -can you believe how many fuckin australians are in Mexico?-, y nos pasó su Facebook a Sara y a mí -victoria- para que podamos ver las fotos que había sacado en Xochimilco, sí, Varenka saca fotos. y creo que esa noche me enteré de que su australiano -unbelievable australians, god damn it- se iba a Perú; nada mal, pensé.
a los pocos días de ese sábado a la noche -martes quizás- Varenka subió las fotos de Xochimilco a Facebook y etiquetó una con mi nombre -la que ahora tengo como foto de perfil-, una foto genial, una foto que me encantó, y al día siguiente pasó su "chico" por el hostal a despedirse de Jack y yo pensé que tenía que hacer algo, aunque no sabía muy bien qué. la madrugada del viernes de la semana pasada le mandé este mensaje por Facebook: oye, sé que no corresponde, pero ¿podríamos vernos? la respuesta llegó el sábado -el viernes pensé que había sido un error escribirle y todas esas cosas-: si seguro, hasta cuándo te quedas por acá? otra vez esa sensación, -victoria otra vez-, y entre mensajes de ida vuelta, que el fin de semana, que falta mucho, que el jueves me dice ella, que a última hora del martes me dice mejor el miércoles porque el jueves no podía y que el miércoles y sí, claro, genial. la noche del martes fué larga y no bebí porque me tenía que levantar temprano porque a la una y media pasaría ella a buscarme -¿no es genial que te pase a buscar una chica?- para ir al centro a "tomar" unas fotos, y soñé todo el tiempo con la hora, le había dicho al gran David que me despertara tipo 12 y mientras soñaba que eran las once y treinta y nueve escucho unos golpes en la puerta y aparece David y me dice: hey, it's eleven forty nine; thank you, man, de nada, suerte, mucha suerte.
tuve sensaciones de lo más extrañas mientras la esperaba en la terraza hasta que sonó el timbre y justo atendí yo aunque no era mi turno, y fui a buscar una "sudadera" -siempre llueve, aunque en ese momento no- y bajé y ahí estaba ella, Varenka: me gusta su nombre. sus piernas no me saludaron -vestía pantalones largos, negros, y una musculosa azul con sandalias- pero sus ojos... tiendo a encontrarme con ellas en estado de ebriedad, pero a Varenka era la cuarta vez que la encontraba sobrio y se sentía genial. el saludo fue distante pero afectuoso; en seguida me dijo que no había buena luz para las fotos y que podíamos ir a tomar algo por el barrio: sí, claro, vamos donde quieras. Varenka habla y yo babeo... Varenka se mueve y yo muero... hay algo en la manera de sus labios que me produce una cierta sensación parecida a la fascinación. ya, me caigo del sueño y me afecta un tanto pesar en ella...

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