viernes, 29 de julio de 2011

semana poco santa en la Playa de Carmen.

era lunes en la noche, lunes de una resaca espantosa en Playa, donde los domingos eran el día fuerte de bebidas, nunca supe por qué, pero los domingos eran bien cabrones, llenos de ron y cualquier otra bebida que hubiera sobrado del sábado. el sábado en la noche habíamos tomado algo de LSD -hacía mucho tiempo que no tomaba-, habíamos comido empanadas, y todo eso, después salimos, estuvimos robando tragos con Tomazo en todos los bares que pudimos, a la vuelta nos encontramos con los otros dos que estaban ácidos, el Mono y Ana, argentinos también, ninguno podía dormir, así que nos fuimos a la playa a ver el amanecer, y casualmente la mañana del sábado habíamos estado bien temprano en la playa para ir a navegar, y al llegar a la playa me pareció que la luz era idéntica a la del día anterior, de alguna manera. estuvimos un rato ahí fumando cigarros, se puso muy calurosa y soleada la cosa así que nos fuimos de vuelta al Urban y conseguimos que nuestros amigos de la tienda nos vendieran una caguama -probablemente Victoria, cerveza de 1.2 litros-. subimos a la terraza o nos pusimos a ver tele, o las dos cosas, nos reímos mucho según recuerdo, pero como fuere, en algún momento me quedé dormido en un colchón que había por ahí. me despertó Teo, como a las dos de la tarde con un poco de roncola y me dijo: hey, acá hay una amiga tuya, así que emergí a la terraza, que estaba al lado de la sala de la tele, y ahí estaba Edna, nos habíamos conocido mi primer sábado en Playa, la había vuelto a ver alguna otra noche que nos cruzamos en la 12, pero hacía rato que no la veía -no, ahora que recuerdo, la había cruzado el jueves cerca de Mamitas-, pero bueno, ahí estaba, y Teo había arreglado para trabajar el domingo en la mañana así podía empedarse en la tarde e ir todos juntos en la noche a la paya a ver a Gondwana para terminar así con una semana poco santa donde hubo todo tipo de celebraciones paganas; jueves y viernes de fiesta electrónica en Mamitas, el viernes más tranqui, pero el jueves, ja, el jueves también estuvo cabrón. empezamos con las caguamas en la tarde mientras instalaban unos ventiladores en la Foza Común con una temperatura cercana a los vaya uno a saber cuantos grados, todos sudábamos con ganas: Leo, Teo, Toma y yo, pero estaba todo bien, el ventilador me quedaría al lado de mi cama -en la que no dormí muchas veces, por cierto-. cuando estuvo todo listo nos fuimos caminando por la Quinta avenida, algo prepotentes y desafiantes, encuerados, poco que ver con todo lo que tiene que ver con esa calle, contentos, caminamos hasta la fiesta, compramos más caguamas en una tienda, llegamos a la playa, había mucha gente, bailamos, fuimos al baño, fuimos al Oxxo a compar más Caguamas, seguimos bailando, seguimos bebiendo, se hizo de noche, estaba todo más que bien, supongo, había que ver a los mexicanos adinerados con botellas de Moet Chandon, Johnnies de todos los colores, tequilas, Absoluts, qué se yo, si hay miseria que no se note, me dice Leo en algún momento. volvimos al Urban, templo sagrado, antes alguien pasó a comprar ron por  la Europea, creo que fue Gonzalo, llegamos al Urban, creo que esa noche Teo me rebautizó como Jack Sparrow, y ya poco recuerdo de esa noche en la que probablemente nos bebimos todo lo que estaba a nuestro alcance. el viernes estuvimos más tranqui, salvo Leo que estuvo entonado casi todo el día, en algún momento cae con una media de Jack, esa noche hablamos bastante, de todas las cosas que tenemos en común, que son bastantes, siendo él mexicano hijo de argentinos y fana de los Redondos. fue una gran charla, después se largó a llover, estábamos en la terraza y creo que fue la única vez que llovió en todo ese mes que estuve en Playa. me quedé dormido otra vez en ese colchón frente a la tele que creo era mi lugar preferido del Urban para dormir, sí, me quedé dormido... tatanka, tatanka, búfalo. ese domingo fue uno de los mejores días del Urban, según recuerdo, por alguna extraña razón estábamos todos bien alegres -bueno, el ron hacía lo suyo-, estábamos todos los del elenco estable, de los que vivíamos ahí y de los otros, como Branchis, Riky, Diego, qué se yo, yo estaba también en estado de gracia, me gané el Baile de la Pelusa, amarrado a Edna como si fuéramos amantes de toda una vida, pero apenas nos conocíamos y la música estaba de primera, y tengo esta imagen bien nítida de estar sentado en el sillón del fondo y tener una panorámica de la mesa, todos sentados alrededor... nunca llegamos a ver a Gondwana con Edna -en realidad, sí llegamos, fuimos de los pocos que los vimos, o, en todo caso, escuchamos- nos atrapó una habitación y quedamos ahí encerrados largo rato. nos despertamos y nos fuimos a dar una vuelta, nos acompañó el Tomazo, yo no tenía idea de la hora que era, nunca pierdo tanto la noción del tiempo, pero esa noche no sabía si eran las 9 o la una, tampoco tenía un peso, no había comido nada en todo el día, llegamos a la playa, no encontramos a nadie, eso me desconcertó un tanto, no entendía si ya todos se habían ido o si en realidad era temprano -según me enteraría al día siguiente, eran tipo las dos de la mañana-. así que estuvimos un rato escuchando a Gondwana y nos fuimos a comprar agua al Oxxo que pagó Edna, después bailamos un rato en el Pura Vida y nos atrapó otra vez una cama que tampoco era la mía.
pero el lunes en la noche la historia fue otra, bien distinta por cierto, que empezó como algo divertido y terminó a las corridas hasta encontrar un taxi. en la Playa eran pocas las veces que usaba remera, sólo malla sin calzones y ojotas, y esa noche Teo me mandó a comprar dos caguamas, yo le debía guita del domingo, así que me fui a la otra tienda amiga, la de la quinta con cuatro, encuerado y acarreando los envases. cuando estoy por pagar aparecen dos mexicanas, algo ebrias, divertidas, o al menos eso parecía, no sé qué fue que compraron pero se pararon al lado mío bien cerca y como que me rozaban con sus brazos, tetas y cosas por el estilo. eran dos morochas voluptuosas, por decirlo de alguna manera, y me miraban y se reían y me tocaban y en un momento una de ellas me dice que le enrosque la perilla del piercing que acababa de hacerse en el labio inferior de la boca; ok, lo hago, mientras tanto ella me miraba con ganas, con cierta alevosía, yo tranquilo, termino de enroscar y me encaja un beso, así, de la nada, y se ríe. yo empezaba a sentir calorcito ahí abajo, pagamos cada cual lo suyo y salimos, caminamos por la cuatro hacia la diez, me invita a su casa, yo dudo, no me cerraba del todo la historieta, pero la morocha me calentaba, el calorcito de abajo aumentaba, sin calzones es difícil disimular una erección, la amiga me mira entre las piernas y le dice a la otra, mirá, la tiene dura y me la agarra, yo me sentía algo incómodo, bueno, vienes o no vienes, dudé otra vez, y bah, qué se yo, vamos. en mi cabeza, ir a su casa significaba que vivía sola, y no pregunté... pero debería de haber preguntado. vivís cerca, si, acá cerca, bueno, voy a dejar una cerveza al Urban y ya, bueno, te esperamos en la esquina. entré, le subí una cerveza a Teo, me puse una remera y me fui con la otra cerveza. ahí estaban paradas en la esquina. la chica ésta, cuyo nombre no recuerdo, me decía que yo le encantaba, me decía amors, cosas por el estilo, estaba bien caliente, ella, y su amiga me gustaba bastante más, pero pasamos a dejarla ahí cerca. yo había llevado poca guita, por las dudas, el taxi siguió camino y cada vez nos alejábamos más. ya en ese momento, en el taxi, no me sentía cómodo, pero bueno, tranquilo, llegamos, tuve que pagar yo unos 25 pesos y me quedé con otros 25. entramos a la casa y vení que te presento a mi tío, la mujer, el niño, la prima, su niño, y no sé quien más. no supe qué carajo hacer y al mismo tiempo no podía hacer nada. era una casa donde cada habitación parecía tener vida propia y nos fuimos a la habitación con vida propia del tío con la mujer y el niño. estaban viendo una novela, el tío decía que le había caído bien -creo que lo decía por la cerveza-, su mujer tenía una cara de orto indisimulable, nos pusimos a beber y a hablar de futbol, me invitó a ver el partido del día siguiente que jugaban Manchester - Schalke, jaja, la chica ésta sacaba una teta y decía que me amaba, el niño jugaba en el piso con sus juguetes. en algún momento los personajes de la novela navegaban en un yate, una pareja, y la chica me decía, esos somos nosotros, amors, de dónde salió esta mujer, pensaba yo, después escucho que algún otro personaje dice Princesita Azteca y así era como le decía a Edna yo el día anterior, ese domingo perfecto, y me dieron ganas de salir corriendo, pero poco podía hacer. el tío me decía que ver a México campeón del mundo sería su mayor orgullo, se acabó la cerveza, yo pensaba en cuáles eran mis posibilidades, estaba lejísimos del Urban y de toda la zona bulliciosa de Playa, bueno, vamos a comprar más cerveza, dame varo, ok, le doy 20 a la chica que me había secuestrado, que vamos a buscar a mi primo, nos pasamos a la casa de al lado, me hizo entrar en la habitación del primo que dormía, yo ya no entendía nada, ni  siquiera sabía qué carajo estaba buscando, salí de la habitación, me quedé en el patio y empecé a considerar la posibilidad de salir corriendo, me acerqué al portón, estaba cerrado pero sin llave, dónde estás, amors, la gorda que bajaba de la habitación de su primo, volvimos a la otra casa, el tío se peleaba con su mujer porque no encontraba el celular, el niño lloraba, que está por acá, que está por allá, la gorda se fue a sentar a la otra habitación con vida propia donde estaba su prima con otro niño, le pido un cigarro al tío, me pasa el que estaba fumando, me dije bueno, es ahora o no sé, empecé a caminar por el pasillo que llevaba a la calle, llegué a la vereda, miré hacia ambos lados, tiré el cigarro y empecé a correr hacia la izquierda, que era la esquina más cercana,  recordaba que habíamos pasado por una avenida y corrí en esa dirección, me crucé con un grupete de gente que discutía, corrí un poco más fuerte, doblé otra vez, llegué a la avenida, no pasaba ningún auto, vi un taxi en la vereda de enfrente, crucé por el medio de la avenida, lo estaban lavando, le pregunto si estaba en servicio, me dice que no pero que por ahí pasan taxis, entonces empiezo a cruzar de un lado a otro de la avenida, ninguno paraba, de repente veo que para uno y se bajan unas personas, corro, le pregunto cuanto hasta el centro, 25 me dice, me subo y no le digo que no tengo plata, le digo que me lleve a la diez entre 4 y 6. arranca, miro para atrás, para los costados, uhhhff, respiro. a todo esto, y para variar, creo que ni siquiera tenía condones... pero al llegar al Urban, Leo y Teo seguían despiertos, era una noche de lunes bastante calma, y sí, me puse a fumar ganja como hacía rato no lo hacía y a jugar al futbol cibernético. me fui a dormir con una sensación rara.

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