era lunes en la noche, lunes de una resaca espantosa en Playa, donde los domingos eran el día fuerte de bebidas, nunca supe por qué, pero los domingos eran bien cabrones, llenos de ron y cualquier otra bebida que hubiera sobrado del sábado. el sábado en la noche habíamos tomado algo de LSD -hacía mucho tiempo que no tomaba-, habíamos comido empanadas, y todo eso, después salimos, estuvimos robando tragos con Tomazo en todos los bares que pudimos, a la vuelta nos encontramos con los otros dos que estaban ácidos, el Mono y Ana, argentinos también, ninguno podía dormir, así que nos fuimos a la playa a ver el amanecer, y casualmente la mañana del sábado habíamos estado bien temprano en la playa para ir a navegar, y al llegar a la playa me pareció que la luz era idéntica a la del día anterior, de alguna manera. estuvimos un rato ahí fumando cigarros, se puso muy calurosa y soleada la cosa así que nos fuimos de vuelta al Urban y conseguimos que nuestros amigos de la tienda nos vendieran una caguama -probablemente Victoria, cerveza de 1.2 litros-. subimos a la terraza o nos pusimos a ver tele, o las dos cosas, nos reímos mucho según recuerdo, pero como fuere, en algún momento me quedé dormido en un colchón que había por ahí. me despertó Teo, como a las dos de la tarde con un poco de roncola y me dijo: hey, acá hay una amiga tuya, así que emergí a la terraza, que estaba al lado de la sala de la tele, y ahí estaba Edna, nos habíamos conocido mi primer sábado en Playa, la había vuelto a ver alguna otra noche que nos cruzamos en la 12, pero hacía rato que no la veía -no, ahora que recuerdo, la había cruzado el jueves cerca de Mamitas-, pero bueno, ahí estaba, y Teo había arreglado para trabajar el domingo en la mañana así podía empedarse en la tarde e ir todos juntos en la noche a la paya a ver a Gondwana para terminar así con una semana poco santa donde hubo todo tipo de celebraciones paganas; jueves y viernes de fiesta electrónica en Mamitas, el viernes más tranqui, pero el jueves, ja, el jueves también estuvo cabrón. empezamos con las caguamas en la tarde mientras instalaban unos ventiladores en la Foza Común con una temperatura cercana a los vaya uno a saber cuantos grados, todos sudábamos con ganas: Leo, Teo, Toma y yo, pero estaba todo bien, el ventilador me quedaría al lado de mi cama -en la que no dormí muchas veces, por cierto-. cuando estuvo todo listo nos fuimos caminando por la Quinta avenida, algo prepotentes y desafiantes, encuerados, poco que ver con todo lo que tiene que ver con esa calle, contentos, caminamos hasta la fiesta, compramos más caguamas en una tienda, llegamos a la playa, había mucha gente, bailamos, fuimos al baño, fuimos al Oxxo a compar más Caguamas, seguimos bailando, seguimos bebiendo, se hizo de noche, estaba todo más que bien, supongo, había que ver a los mexicanos adinerados con botellas de Moet Chandon, Johnnies de todos los colores, tequilas, Absoluts, qué se yo, si hay miseria que no se note, me dice Leo en algún momento. volvimos al Urban, templo sagrado, antes alguien pasó a comprar ron por la Europea, creo que fue Gonzalo, llegamos al Urban, creo que esa noche Teo me rebautizó como Jack Sparrow, y ya poco recuerdo de esa noche en la que probablemente nos bebimos todo lo que estaba a nuestro alcance. el viernes estuvimos más tranqui, salvo Leo que estuvo entonado casi todo el día, en algún momento cae con una media de Jack, esa noche hablamos bastante, de todas las cosas que tenemos en común, que son bastantes, siendo él mexicano hijo de argentinos y fana de los Redondos. fue una gran charla, después se largó a llover, estábamos en la terraza y creo que fue la única vez que llovió en todo ese mes que estuve en Playa. me quedé dormido otra vez en ese colchón frente a la tele que creo era mi lugar preferido del Urban para dormir, sí, me quedé dormido... tatanka, tatanka, búfalo. ese domingo fue uno de los mejores días del Urban, según recuerdo, por alguna extraña razón estábamos todos bien alegres -bueno, el ron hacía lo suyo-, estábamos todos los del elenco estable, de los que vivíamos ahí y de los otros, como Branchis, Riky, Diego, qué se yo, yo estaba también en estado de gracia, me gané el Baile de la Pelusa, amarrado a Edna como si fuéramos amantes de toda una vida, pero apenas nos conocíamos y la música estaba de primera, y tengo esta imagen bien nítida de estar sentado en el sillón del fondo y tener una panorámica de la mesa, todos sentados alrededor... nunca llegamos a ver a Gondwana con Edna -en realidad, sí llegamos, fuimos de los pocos que los vimos, o, en todo caso, escuchamos- nos atrapó una habitación y quedamos ahí encerrados largo rato. nos despertamos y nos fuimos a dar una vuelta, nos acompañó el Tomazo, yo no tenía idea de la hora que era, nunca pierdo tanto la noción del tiempo, pero esa noche no sabía si eran las 9 o la una, tampoco tenía un peso, no había comido nada en todo el día, llegamos a la playa, no encontramos a nadie, eso me desconcertó un tanto, no entendía si ya todos se habían ido o si en realidad era temprano -según me enteraría al día siguiente, eran tipo las dos de la mañana-. así que estuvimos un rato escuchando a Gondwana y nos fuimos a comprar agua al Oxxo que pagó Edna, después bailamos un rato en el Pura Vida y nos atrapó otra vez una cama que tampoco era la mía.
pero el lunes en la noche la historia fue otra, bien distinta por cierto, que empezó como algo divertido y terminó a las corridas hasta encontrar un taxi. en la Playa eran pocas las veces que usaba remera, sólo malla sin calzones y ojotas, y esa noche Teo me mandó a comprar dos caguamas, yo le debía guita del domingo, así que me fui a la otra tienda amiga, la de la quinta con cuatro, encuerado y acarreando los envases. cuando estoy por pagar aparecen dos mexicanas, algo ebrias, divertidas, o al menos eso parecía, no sé qué fue que compraron pero se pararon al lado mío bien cerca y como que me rozaban con sus brazos, tetas y cosas por el estilo. eran dos morochas voluptuosas, por decirlo de alguna manera, y me miraban y se reían y me tocaban y en un momento una de ellas me dice que le enrosque la perilla del piercing que acababa de hacerse en el labio inferior de la boca; ok, lo hago, mientras tanto ella me miraba con ganas, con cierta alevosía, yo tranquilo, termino de enroscar y me encaja un beso, así, de la nada, y se ríe. yo empezaba a sentir calorcito ahí abajo, pagamos cada cual lo suyo y salimos, caminamos por la cuatro hacia la diez, me invita a su casa, yo dudo, no me cerraba del todo la historieta, pero la morocha me calentaba, el calorcito de abajo aumentaba, sin calzones es difícil disimular una erección, la amiga me mira entre las piernas y le dice a la otra, mirá, la tiene dura y me la agarra, yo me sentía algo incómodo, bueno, vienes o no vienes, dudé otra vez, y bah, qué se yo, vamos. en mi cabeza, ir a su casa significaba que vivía sola, y no pregunté... pero debería de haber preguntado. vivís cerca, si, acá cerca, bueno, voy a dejar una cerveza al Urban y ya, bueno, te esperamos en la esquina. entré, le subí una cerveza a Teo, me puse una remera y me fui con la otra cerveza. ahí estaban paradas en la esquina. la chica ésta, cuyo nombre no recuerdo, me decía que yo le encantaba, me decía amors, cosas por el estilo, estaba bien caliente, ella, y su amiga me gustaba bastante más, pero pasamos a dejarla ahí cerca. yo había llevado poca guita, por las dudas, el taxi siguió camino y cada vez nos alejábamos más. ya en ese momento, en el taxi, no me sentía cómodo, pero bueno, tranquilo, llegamos, tuve que pagar yo unos 25 pesos y me quedé con otros 25. entramos a la casa y vení que te presento a mi tío, la mujer, el niño, la prima, su niño, y no sé quien más. no supe qué carajo hacer y al mismo tiempo no podía hacer nada. era una casa donde cada habitación parecía tener vida propia y nos fuimos a la habitación con vida propia del tío con la mujer y el niño. estaban viendo una novela, el tío decía que le había caído bien -creo que lo decía por la cerveza-, su mujer tenía una cara de orto indisimulable, nos pusimos a beber y a hablar de futbol, me invitó a ver el partido del día siguiente que jugaban Manchester - Schalke, jaja, la chica ésta sacaba una teta y decía que me amaba, el niño jugaba en el piso con sus juguetes. en algún momento los personajes de la novela navegaban en un yate, una pareja, y la chica me decía, esos somos nosotros, amors, de dónde salió esta mujer, pensaba yo, después escucho que algún otro personaje dice Princesita Azteca y así era como le decía a Edna yo el día anterior, ese domingo perfecto, y me dieron ganas de salir corriendo, pero poco podía hacer. el tío me decía que ver a México campeón del mundo sería su mayor orgullo, se acabó la cerveza, yo pensaba en cuáles eran mis posibilidades, estaba lejísimos del Urban y de toda la zona bulliciosa de Playa, bueno, vamos a comprar más cerveza, dame varo, ok, le doy 20 a la chica que me había secuestrado, que vamos a buscar a mi primo, nos pasamos a la casa de al lado, me hizo entrar en la habitación del primo que dormía, yo ya no entendía nada, ni siquiera sabía qué carajo estaba buscando, salí de la habitación, me quedé en el patio y empecé a considerar la posibilidad de salir corriendo, me acerqué al portón, estaba cerrado pero sin llave, dónde estás, amors, la gorda que bajaba de la habitación de su primo, volvimos a la otra casa, el tío se peleaba con su mujer porque no encontraba el celular, el niño lloraba, que está por acá, que está por allá, la gorda se fue a sentar a la otra habitación con vida propia donde estaba su prima con otro niño, le pido un cigarro al tío, me pasa el que estaba fumando, me dije bueno, es ahora o no sé, empecé a caminar por el pasillo que llevaba a la calle, llegué a la vereda, miré hacia ambos lados, tiré el cigarro y empecé a correr hacia la izquierda, que era la esquina más cercana, recordaba que habíamos pasado por una avenida y corrí en esa dirección, me crucé con un grupete de gente que discutía, corrí un poco más fuerte, doblé otra vez, llegué a la avenida, no pasaba ningún auto, vi un taxi en la vereda de enfrente, crucé por el medio de la avenida, lo estaban lavando, le pregunto si estaba en servicio, me dice que no pero que por ahí pasan taxis, entonces empiezo a cruzar de un lado a otro de la avenida, ninguno paraba, de repente veo que para uno y se bajan unas personas, corro, le pregunto cuanto hasta el centro, 25 me dice, me subo y no le digo que no tengo plata, le digo que me lleve a la diez entre 4 y 6. arranca, miro para atrás, para los costados, uhhhff, respiro. a todo esto, y para variar, creo que ni siquiera tenía condones... pero al llegar al Urban, Leo y Teo seguían despiertos, era una noche de lunes bastante calma, y sí, me puse a fumar ganja como hacía rato no lo hacía y a jugar al futbol cibernético. me fui a dormir con una sensación rara.
viernes, 29 de julio de 2011
martes, 26 de julio de 2011
Puebla incómodo.
me fui a Puebla un jueves en la tarde, era mi primer semana en el 333 y apenas nos conocíamos, así que me levanté tarde, bien tarde, después de haberme quedado chateando en la noche con María y tomando Bohemias hasta el hartazgo; subí a la terraza a pagar el día y me dijeron que no había lugar, pero Riky estaba en Puebla esa semana y me había dicho que me diera una vuelta, y el alemán –novio de Canela, amiga de Luz- me dijo que también iba ese fin de semana y que me diera una vuelta, así que cuando me enteré de que no tenía lugar dije, bueno, me voy a Puebla. como dije, en Puebla vive Luz. guardé todas mis cosas, esperé a que parara la lluvia y me fui camino del metro de Insurgentes para tomar un bus desde la TAPO, previo paso por una comida corrida –sopa, entrada, plato principal, postre y una jarra de agua de Jamaica o parecido, esas cosas que en Buenos Aires no existen, y si existen te salen a precios ¿elevados?-.
llegué a la TAPO tipo cinco de la tarde, saqué un billete y me subí al bus, que tardó dos horas en llegar a la autopista y una en llegar a Puebla –me habían dicho que el viaje duraba dos horas en total-, y al bajar en la terminal lo llamé a Riky, que me dijo que estaba en Cholula, a la vuelta de Cuatro Caminos, que me tomara un bondi, me bajara en Cuatro Caminos, caminara una cuadra a la izquierda y otra vez media a la izquierda, que estaba en un bar llamado White Horse con un amigo y que me podía quedar con ellos en la casa del amigo. finalmente, después de varias vueltas y otro llamado a Riky encontré el bondi que me llevaba; me bajé en Cuatro Caminos y caminé al bar con las mochilas y no estaban, así que llamé otra vez a Riky y me dijo que fuera al bar, que estaba por ahí cerca comiendo algo, y que nos encontrábamos ahí. a Riky lo conocí en el Urban, en la Playa de Carmen en semana santa, muy buena onda, pero estaba que no podía con su dolor de estómago, que la noche anterior se habían tomado todo con Memo, y estaba mal. me presentó a su amigo y fuimos para su casa, a ver si la ganja le calmaba un poco el dolor. volvimos al caballito blanco, pedimos unas cervezas, creo que Riky se tomó un shot de algo pero la cosa no mejoraba y se fué a dormir. así que me quedé en el bar con su amigo, a quien perdí en algún momento pero estaba todo bien, salvo cierta preocupación que me causaba encontrarme a Luz, era jueves en la noche y había mucha gente, Puebla es una ciudad grande -un millón y medio de habitantes- y Cholula es como un apartado universitario que está lleno de jóvenes estudiantes y de los otros. digamos que las probabilidades de encontrarme con ella no eran tantas. así que me dejé llevar y había una jovencita que me miraba y me miraba y otra vez y como siempre, bueno, lo mismo de siempre, nos besamos, se le notaba la ascendencia italiana, pero se fue, estaban festejando un cumpleaños y vino el padre de alguna de sus amigas a buscarlas, entonces me fui a los containers, si, han creado toda una zona de bares en containers ahí en Cholula, y la verdad es que está chido, así que encontré uno, Taxi se llamaba, en el que estaban pasando muy buen rock n roll y decidí que era hora de tomar J&B, el más barato de entre los caros -sentate en un bar, solo, a tomar whisky, y las cosas pasan, es inevitable-. en algún momento, al terminar el tercero, me acerqué a la barra y pedí un roncola, ya saben, era más barato y tenía sed. entonces la vi acercarse, pero no podría estar seguro de que ella no me viera antes. llevaba el pelo bien hacia el costado y no parecía mexicana -las poblanas no parecen mexicanas-, y parecía algo ebria. nuestros ojos se cruzaron y se paró a mi lado, pasando por detrás mío, frente a la barra. hola, hola, qué hacés, nada, no mucho, tomando algo, vos, también, lo mismo, de dónde sos, de Argentina, vos, de acá de Puebla, estás solo, si, y vos, no, estoy con mis amigas; cosas por el estilo. aunque no, la charla fue mucho más que eso, como más elaborada, distinta, algo más ¿sofisticada?, ¿glamorosa? ella era muy glamorosa y tenía unos ojos algo perversos y por demás hermosos, se lo dije, y me dijo que ya lo sabía, sí claro, yo no había descubierto nada. me dijo que le gustaba mi remera y yo le dije que me gustaban sus piernas; hay un momento, siempre, en el que me doy cuenta de eso, no de las piernas, sino de eso, de que algo va a pasar: es muy claro a veces porque ellas te lo dejan saber, te lo insinuan: pero uno no sabe qué exactamente ni cuándo ni cómo, pero dicho eso, solo se trata de acompañar el momento y en este caso debo decir que Estefanía lo valía. el bar cerraba, así que nos fuimos a Barfly -previo pase de los tragos a vasos de plástico: siento que ya he escrito (o vivido) esa oración infinidad de veces-, un bar ahí cerca; ella estudió hotelería y trabaja en un hotel 5 estrellas en el centro histórico, hablamos de México, me preguntaba las capitales: Chiapas, Tuxtla Gutierrez; Jalisco, Guadalajara; Nuevo León, ¿Monterrey?; me agarró del brazo y caminamos algo ebrios y contentos mientras me contaba la historia de Puebla, que la pirámide más grande del mundo está ahí en Cholula pero que los españoles la taparon con una iglesia -en Puebla hay más iglesias que ¿bares?- y que en realidad parece una montaña, y es cierto, uno jamás pensaría que ahí abajo existió una pirámide. nos quedamos charlando en la puerta del Barfly y me dio su trago y me seguía contando la historia de Puebla -a esa altura de la borrachera ya me había olvidado de Luz-, le pregunté por qué sabía tanto de historia y me dijo, hey, trabajo en un hotel, y sí, tenía sentido. entramos al bar, pidió dos tragos con tequila y no me dejó pagar, vos estás viajando me dijo, y eso como que me encantó y acepté gustoso. ya no se podía hablar por el volumen de la música, así que nos besamos, y fueron unos besos exquisitos. estuvimos un rato besándonos contra la barra hasta que me preguntó: ¿tienes? pensé en dos cosas: drogas o condones; no tenía ninguna de las dos, así que le dije que no, a secas, sin especificar, pero estaba seguro de que me hablaba de los condones. ¿pues cómo no tienes? y le dije: la verdad es que no me lo esperaba, digo, estaba con los chicos, no pensé que sería una de esas noches. me dijo: vamos, sí, vamos, pensé yo. el amigo de Riky me había indicado cómo volver a su casa; hacía rato ya que se había ido.
no tenía idea de a donde íbamos, pero me llevó a su auto y empezamos a dar vueltas y vueltas hasta que estacionó en un lugar apartado y obscuro y me dijo, si mal no recuerdo: ¿te voy a ultrajar? como sea, la cosa se puso cachonda. lo bueno de estar algo ebrio es que no andaba pensando en si eso era seguro o qué pedo. nunca voy a olvidar las tetas de Estefanía... le dije que tenía un par increíble y me dijo que ya lo sabía, que cuantas mujeres querrían tenerlas. mientras me llevaba de vuelta, la veía manejar el auto, estaba ciertamente hermosa, con su pelo descontrolado, me decía que había vivido en España y puso una música flamenca super chévere, me contaba de su abuela, la noche estaba especial, imaginé que era uno de esos momentos únicos e irrepetibles, aunque yo ya pensaba en volver a verla. me preguntó si sabía donde ir, le dije que me dejara en la rotonda de la Pemex. antes de despedirnos le pedí su teléfono que me anotó en un papel con lápiz para los ojos. Estefanía, te llamo, y esta vez lo decía en serio.
hice pis, compré un six pack de Indio, volví a anotar el número con una pluma y me fui a lo del amigo de Riky.
el viernes me levanté, seguí con las Indio, Riky seguía mal, fuimos a comer tacos con su amigo, volvimos, vimos la peli Control, y nos llevó a los dos a la estación de buses. Riky se volvía a Xalapa y yo a buscar un hostel. antes de salir del DF había anotado dos direcciones. pregunté cómo llegar y me tomé un bus. a la noche la llamé y me dijo que no hacía nada, que la llamara el sábado a la noche. ok. la noche del viernes me metí en un bar algo chafa con pool del centro histórico donde una banda de covers tocó mucho de lo bueno y yo me tomé todo.
el sábado me la pasé yendo del hostal a la Plaza y de la Plaza al hostal. había un festival de música, así que escuché varias bandas, comí en el mercado, cosas por el estilo. Estefanía me había dicho que salía a las 9, así que aguanté hasta las 9.15 y la llamé, me dijo que fuera al Taxi, que nos encontráramos ahí en unas horas. me fui al hostal a ver el final de la copa de oro que ganó México, pregunté si todavía había buses a Cholula y me dijeron que no, que cuanto costaba el taxi, caro, muy caro, carajo, bueno, gracias, salí, no sabía qué hacer: no era solo por la guita, sabía que si el alemán estaba en Puebla, de seguro iban a salir. me dije: hey, Puebla es grande, ánimos. me comí un choclo callejero, todavía algo meditabundo, de verdad quería evitar esa situación. paré un taxi, ¿cuánto hasta Cholula?, 80 pesos -mexicanos-, dudé, miré la Plaza, como buscando alguna respuesta, bueno, vamos. estoy hablando de unos cuantos kilómetros, me habría llevado toda la noche ir caminando. me puse a hablar con el taxista, para tranquilizarme, hey, no pasa nada, me decía a mi mismo... le dije que me dejara en cuatro caminos, pensaba ir al caballito blanco a tomar unas cervezas porque era bien barato, y después aparecer por el Taxi, que estaba ahí nomás. no sé cómo pero me dejó en la puerta, pagué, bajé y cuando estoy por cuzar la veo sentada ahí fuera del caballito, con un sombrero, gris, que le sentaba hermoso. si, era Luz, y ya. me vieron, y como que empecé a temblar. estaba con todo el grupete de San Cristóbal: Canela, el alemán, Mago y su novio. chau, no hay vuelta atrás, tratá de aparentar tranquilidad... crucé, saludé, nervioso, Luz distante -comprensible, por cierto, no la había llamado-, expilqué por qué estaba ahí, que Riky, que el amigo, obvié la parte de Estefanía, y creo que me creyeron, hey, sonó creíble. Luz me miraba con cierta desconfianza; las mujeres siempre lo saben todo, o yo soy muy malo para disimular; me costaba no temblar, sobre todo cuando escuché que de ahí nos íbamos al Taxi... bueno, pensé, no hay mucho que pueda hacer, ¿qué opciones tenía? Luz me preguntó por qué no la había llamado... no sé qué contesté, sudaba, empecé a tragar cerveza y mezcal como tonto, al menos para dejar de temblar. y ya, nos fuimos al Taxi, traté de hablar de otra cosa, le conté que Leo había estado en el DF y que nos habíamos agarrado alta peda en Condesa previo pasar por el Azteca, pero el camino al Taxi era bien breve, así que llegamos en seguida y me fui al baño, no tanto porque tuviera ganas de mear sino porque quería ver si estaba Estefanía. no estaba, volví del baño y estaban todos sentados a una mesa, pedí un roncola -¿debería haber pedido whisky?- y me encaminé a lo que tuviera que pasar. ja, ahora me causa cierta risa nerviosa, estaba al borde, pensé que tal vez Estefanía se había ido o nunca había llegado, yo le daba la espalda al bar, hasta que en un momento se desocupó una silla y me fui a sentar de frente al bar con lo que era más posible que me viera si estaba por ahí, pero me pareció que eso era mejor a que de repente se me apereciera por atrás y ya no tuviera escapatoria. ¿por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo? imagino que hay razones, siempre hay razones. y sí, pasó, la ví, o me pareció verla, el bar era bastante obscuro, una banda tocaba covers de los buenos, otra vez, pero mejores, y me quedé sentado sin saber qué hacer. eventualmente me vió, nos vimos, yo me quedé helado, dijo mi nombre, a lo lejos, pero nunca se acercó, no sé si Luz se dió cuenta, yo me hice el boludo como pocas veces, puse cara de no puedo hacer nada. nos vamos dijo alguien, en ese momento la banda estaba tocando Zeppelin a todo volumen, yo no me quería ir, me paré último, caminé lento, miré a ver dónde estaba Luz, me aparté y me acerqué a Estefanía, con su pelo descontrolado, ¿qué pasa?, apenas si podía escucharla, intenté explicarle, le dije que conocía a Luz de antes, de San Cristóbal, que se había complicado todo, cómo explicarle lo que había sentido por Luz después del palazo en escasos segundos, me dijo, cada quien puede hacer lo que quiera, ¿cada quien puede hacer lo que quiera?, giré la cabeza, Luz me estaba esperando, no sé qué le dije a Estefanía y me fui con Luz... casi había salido todo como no quería que saliera.
nos fuimos a Barfly, Luz me dijo que iba a pintar un mural ahí, mientras hacíamos el mismo camino que había hecho el jueves en la noche con Estefanía, tenía una sensación por demás desconcertante, no me podía sacar de la cabeza a Estefanía, pensaba que tenía que serle leal a Luz, y eso fue lo que hice... y nunca dejé de pensar en Estefanía.
viernes, 22 de julio de 2011
Zipolite -desopilante- (...continuación).
cuestión que cuando se hizo la hora me fui a esperarlo donde me había dicho, que estaba a escasos pasos de mi habitación, y no venía, pero quien sí vino fue un venedor de cocos, y me ofrece uno con Bacardi, ja, bueno, cuánto, 50 mexicanos, eh, algo caro, sí pero es bueno, ok, espera que voy a buscar el Bacardi, pero antes me saca la guita, bueno, igual me dejó la carretilla llena de cocos, y volvió, pero en vez de Bacardi le puso un mezcal de pésima calidad oaxaqueño, qué va, dame mi coco, y me senté a fumar cigarros y a esperar al bañero. una playa hermosa, por cierto, but the times they are a changing, entonces me bebí mi coco con mezcal y aparecieron otros clientes del bañero, una pareja de irlandeses, que le habían comprado hongos, así que esperé un poquito más hasta que estuvo listo. paréntesis: (tuve que ir a limpiar un pulquevómito de un francés borracho, pero ya estoy de vuelta). mi amigo el bañero me levantó el pulgar mientras atendía a la pareja, así que como que me tranquilicé un tanto, ya estaba algo excitado con la idea de probar una droga nueva, así que un no me hubiera sacado de quicio -mentira-, pero estaba todo bien, terminó con ellos y se me acercó, y otra vez le pedí explicaciones, y muy atento me explicó otra vez: que podía tomarme un té, o dos, porque eran dos raciones, o que podía comerme unos bocados de polvo intercalados con bebebidas espirituosas -obvio que no usó esa palabra-. le di los $ 100 restantes, que cualquier cosa le avisara -otra vez-, nos dimos la mano y me fui a mi habitación a comer polvo, y le saqué fotos al polvo, y me fui al supermercado de enfrente, compré una media de Bacardi añejo, cigarrillos, volví al bar del lindo lugar en la playa, pedí una cerveza, me la tomé de un trago, comí más polvo, pedí un vaso de coca cola con hielo y limón y me senté en la hamaca que estaba en la puerta de mi habitación... bueno, estuve bebiendo roncola, cerveza y comiendo polvo durante unas seis horas, ahí en la hamaca, no entendí muy bien el efecto, pero chido, en la hamaca de al lado descansaba una mexicana morena y joven -que según descubriría más tarde, no más tarde esa noche, sino más tarde otro día, era una ninfómana encubierta-. paréntesis II (acaba de llegar un joven inglés algo exaltado por contarme que se había ligado a una mexicana que se lo estaba llevando a su casa en auto hasta que aparecieron unos polis y la señorita, algo borracha, intentó dar marcha atrtás y la cosa se puso peor, y aparecieron 50 polis y la chica no quería bajar del auto ni hacer la alcoholemia y... bueno, cosas por el estilo: el inglés se quedó sin polvo pero no se lo llevaron... la chica se quedó sin auto y sí se la llevaron... no parecía muy preocupado por la chica, el chico... 5 de la mañana en el DF, México).
Esmeralda dormía plácidamente en la hamaca y yo le espiaba las piernas y le sacaba fotos, y me imaginaba que al despertar se enamoraría de mí, porque la mescalina te hace creer cualquier cosa, y entonces se despertó y yo la miraba y le sonreía y ella como que también, entonces yo la miraba otra vez y ella se sonreía otra vez y en algún momento me hizo un gesto con la mano como para que me acercara y me paré y ella se paró y nos sentamos en unas sillas que estaban entre las hamacas; en seguida encontró alguna excusa para tocarme una mano y yo estaba potenciado por los dioses del peyote así que cuando me quise dar cuenta nos estábamos besando sin ningún tipo de pudor, me dijo que nos fuéramos a mi habitación, yo que casi no lo podía creer, esta chica parecía joven -lo era-, y fuimos a mi habitación, a la cama de mis cosas, y estábamos enfurecidos, tienes condones, no... pum. chau, se fué a comer con la amiga y me quedé solo sintiéndome como la hija de Superman y comiendo más polvo y bebiendo y todo eso y me fui a compar condones, claro está...
Esmeralda dormía plácidamente en la hamaca y yo le espiaba las piernas y le sacaba fotos, y me imaginaba que al despertar se enamoraría de mí, porque la mescalina te hace creer cualquier cosa, y entonces se despertó y yo la miraba y le sonreía y ella como que también, entonces yo la miraba otra vez y ella se sonreía otra vez y en algún momento me hizo un gesto con la mano como para que me acercara y me paré y ella se paró y nos sentamos en unas sillas que estaban entre las hamacas; en seguida encontró alguna excusa para tocarme una mano y yo estaba potenciado por los dioses del peyote así que cuando me quise dar cuenta nos estábamos besando sin ningún tipo de pudor, me dijo que nos fuéramos a mi habitación, yo que casi no lo podía creer, esta chica parecía joven -lo era-, y fuimos a mi habitación, a la cama de mis cosas, y estábamos enfurecidos, tienes condones, no... pum. chau, se fué a comer con la amiga y me quedé solo sintiéndome como la hija de Superman y comiendo más polvo y bebiendo y todo eso y me fui a compar condones, claro está...
jueves, 21 de julio de 2011
Zipolite -desopilante-.
parecería ser que no era cierto, pero en verdad lo era, era esa playa la playa más desopilante que a uno pudiera ocurrírsele. estoy hablando de Zipolite, claro está, ja, si alguien me lo hubiera dicho habría pensado que era todo una mentira o una criminal idea de algún borracho trasnochado que se cansó de ver la serie Camino al cielo con Michael Landon o como fuera que el chavo ese se llamara. para ser más explícito y por demás confiado, les voy a contar la historia de esa playa encantada. porque si de verdad les dijera quienes viven ahí, probablemente no me lo creerían, porque apenas a mí me costaba creerlo, incluso en el instante mismo en que los veía y no podía salir de mi asombro.
llegué a Zipolite por recomendación de una francesa borracha que conocí en Tulum la primera noche que me tocó vivir en México fuera de un bus; una francesa que volví a cruzarme en San Cristóbal e incluso en el DF. Clemence es su nombre pero en este momento la historia es otra. porque llegué a Zipolite proveniente de Puerto Escondido, en donde la noche anterior había estado platicando con el borracho número uno de México que me contaba que había vivido en casi todo el país pero que había elegido vivir en ese lugar porque podía escuchar las olas y su vaivén 24 horas al día a pesar de la sordera que le provocaban el mezcal, el tequila, la cerveza y, en menor medida, la vida.
hacía calor cuando llegué a Zipolite, sí, hacía mucho calor, como en Mazunte o Puerto Ángel, hacía calor y me bajé de la chata que me acercó hasta ahí y caminé hasta la principal calle de asfalto y caminé sus escasas cuadras como si estuviera en Canoa, pero no, Zipolite es mucho más pequeña, y caminé y examiné las posadas que ahí estaban y me estoy cayendo del sueño y no sé por qué mierda hay tantos mosquitos -o quizás sea solo uno que está pasado de vueltas-. caminé la calle con la mochila y las gotas de sudor que me acompañaban y vi una posada que se llamaba "A nice place on the beach" y me pareció que estaba más que bien pero seguí caminando para ver si encontraba otra mejor pero resultó ser que no, así que volví al lindo lugar en la playa, entré y me acerqué a la barra del bar con cara de: necesito una habitación. esta Bohemia está más perfumá que una dama antigua. bueno, entonces se me acercó una señorita con pinta de mexicana y no llegó a hablarme porque una otra chica, sin pinta de mexicana y con unos ojos más celestes que el mar le dijo que ella se encargaba. la miré con furia, como si de verdad hubiera querido arrancarle los ojos, y creo que algo nerviosa se puso porque me llevó a una habitación equivocada. para hacerla corta, era gringa, de ojos hermosos y la novia del dueño, así que eso fué todo. habitación privada con dos camas dobles -una para mi y la otra para mis cosas- a $ 100 mexicanos la noche -venía pagando ese precio por habitaciones compartidas-, a escasos pasos del mar con hamacas y reposeras y sombra y el paraíso que me hacía cosquillas.
me fui a comer algo -pollo- y a caminar por la playa y me crucé con el bañero -con bigotes y una remera de la azzurra- y me ofreció algo pa fumar, yo le dije que gracias pero que no fumaba y entonces me preguntó de dónde era y le dije que de Argentina, y me dijo, ah, Argentina, está perdiendo 3 a cero con Nigeria y se cagó de risa y me dijo boludo pero era súper buena onda y me dijo que cualquier cosa le avisara, entonces seguí caminando, me fui hasta el final de la playa y volví y a la vuelta me encuentro con el bañero, otra vez, que otra vez me ofrece ganja y le digo que no gracias pero esta vez le pregunto si tiene alguna otra cosa. sí, me dice, que tiene hongos y mescalina y le pregunto qué es la mescalina y me dice que es polvo de peyote o peyote en polvo, no me acuerdo, y yo me había quedado con las ganas de comer hongos en Palenque antes del palazo, así que le dije que quería hongos, pero me dijo que los hongos no estaban frescos, que venían en miel y que así perdían un poco el efecto, que las dos costaban los mismo pero que me recomendaba la mescalina. ¿qué hace?, le pregunté, y ¿cómo se toma?, bueno, me dijo, te da energía, y si vas a estar tomando algo, te comes un poco de tanto en tanto; ok, le digo, ¿cómo hacemos?, me das $ 100 ahora y $ 100 cuando te la doy, allá, ves la casilla del bañero, espérame ahí en una hora. a huevo, wey.
me caigo del sueño; ahorita me vendría bien un poco de mescalina...
llegué a Zipolite por recomendación de una francesa borracha que conocí en Tulum la primera noche que me tocó vivir en México fuera de un bus; una francesa que volví a cruzarme en San Cristóbal e incluso en el DF. Clemence es su nombre pero en este momento la historia es otra. porque llegué a Zipolite proveniente de Puerto Escondido, en donde la noche anterior había estado platicando con el borracho número uno de México que me contaba que había vivido en casi todo el país pero que había elegido vivir en ese lugar porque podía escuchar las olas y su vaivén 24 horas al día a pesar de la sordera que le provocaban el mezcal, el tequila, la cerveza y, en menor medida, la vida.
hacía calor cuando llegué a Zipolite, sí, hacía mucho calor, como en Mazunte o Puerto Ángel, hacía calor y me bajé de la chata que me acercó hasta ahí y caminé hasta la principal calle de asfalto y caminé sus escasas cuadras como si estuviera en Canoa, pero no, Zipolite es mucho más pequeña, y caminé y examiné las posadas que ahí estaban y me estoy cayendo del sueño y no sé por qué mierda hay tantos mosquitos -o quizás sea solo uno que está pasado de vueltas-. caminé la calle con la mochila y las gotas de sudor que me acompañaban y vi una posada que se llamaba "A nice place on the beach" y me pareció que estaba más que bien pero seguí caminando para ver si encontraba otra mejor pero resultó ser que no, así que volví al lindo lugar en la playa, entré y me acerqué a la barra del bar con cara de: necesito una habitación. esta Bohemia está más perfumá que una dama antigua. bueno, entonces se me acercó una señorita con pinta de mexicana y no llegó a hablarme porque una otra chica, sin pinta de mexicana y con unos ojos más celestes que el mar le dijo que ella se encargaba. la miré con furia, como si de verdad hubiera querido arrancarle los ojos, y creo que algo nerviosa se puso porque me llevó a una habitación equivocada. para hacerla corta, era gringa, de ojos hermosos y la novia del dueño, así que eso fué todo. habitación privada con dos camas dobles -una para mi y la otra para mis cosas- a $ 100 mexicanos la noche -venía pagando ese precio por habitaciones compartidas-, a escasos pasos del mar con hamacas y reposeras y sombra y el paraíso que me hacía cosquillas.
me fui a comer algo -pollo- y a caminar por la playa y me crucé con el bañero -con bigotes y una remera de la azzurra- y me ofreció algo pa fumar, yo le dije que gracias pero que no fumaba y entonces me preguntó de dónde era y le dije que de Argentina, y me dijo, ah, Argentina, está perdiendo 3 a cero con Nigeria y se cagó de risa y me dijo boludo pero era súper buena onda y me dijo que cualquier cosa le avisara, entonces seguí caminando, me fui hasta el final de la playa y volví y a la vuelta me encuentro con el bañero, otra vez, que otra vez me ofrece ganja y le digo que no gracias pero esta vez le pregunto si tiene alguna otra cosa. sí, me dice, que tiene hongos y mescalina y le pregunto qué es la mescalina y me dice que es polvo de peyote o peyote en polvo, no me acuerdo, y yo me había quedado con las ganas de comer hongos en Palenque antes del palazo, así que le dije que quería hongos, pero me dijo que los hongos no estaban frescos, que venían en miel y que así perdían un poco el efecto, que las dos costaban los mismo pero que me recomendaba la mescalina. ¿qué hace?, le pregunté, y ¿cómo se toma?, bueno, me dijo, te da energía, y si vas a estar tomando algo, te comes un poco de tanto en tanto; ok, le digo, ¿cómo hacemos?, me das $ 100 ahora y $ 100 cuando te la doy, allá, ves la casilla del bañero, espérame ahí en una hora. a huevo, wey.
me caigo del sueño; ahorita me vendría bien un poco de mescalina...
martes, 19 de julio de 2011
recuerdos del Caribe.
¿qué haría M. Laruelle? tomar mezcal, probablemente, y tratar de no pensar en Yvonne. maldito Cónsul.
bueno, yo no estoy en Cuernavaca pero tampoco estoy en Cartagena; recuerdo esa noche que volvimos de Playa Blanca y que al otro día, sábado, nos íbamos a Taganja; recuerdo que al empezar la noche era un pedazo de lomo jugoso y terminé como pollo broster expulsado del Caribe a las ocho de la mañana bajo un sol abrasador, sin un peso ni cigarros, y los jugos de naranja callejeros que me miraban y se reían, todas esas cuadras desde el Gran Hotel hasta Getsemaní, después de una noche de Gloria y miseria, una de esas noches que me encantan y que siempre se acaban, noche que habíamos empezado temprano con Uli y unas alemanas en un bar, contrabandeando al Viejo de Caldas y con unas Águilas para refresacarnos. ellas eran periodistas y estaban cubriendo el festival de cine de Cartagena, ellas, las colombianas, digo, no las alemanas que se fueron a dormir temprano, como siempre; hablo de las colombianas, bogotanas, periodistas -eso ya lo había dicho-, jóvenes; recuerdo abandonar la terraza del hostel "cool" en el que no nos alojábamos porque nos alojábamos en "La Española" donde la Señora Ena nos mimaba, recuerdo abandonar esa terraza y dejarlo a Uli con las alemanas y con la excusa de ir al baño aunque él sabía a donde iba y me dejó ir y yo me fui a caminar por Getsemaní a buscar pimienta y conseguí de las mejores que uno se pueda imaginar; el man me dijo, porque yo le dije que era cara, el man me dijo, andá, probala y después me contás, así que eso hice en el baño de "La Española" y sí, el man tenía razón, así que bajé y le dije que sí y me quedé ahí sentado en el escalón charlando con un colombiano que en vez de llamarse Yael o Yerbabuena se llamaba Marcelo. me quedé ahí sentado sabiendo que en cualquier momento aparecía Uli y el man éste me preguntaba por qué hacía lo que hacía y la verdad es que no encontré una respuesta a su pregunta; tampoco era el momento de ponerme a pensar en esas cosas...
entonces llegó Uli y nos fuimos a la habitación, o tal vez subió el solo, no me acuerdo exactamente, pero después nos fuimos a la esquina, al Habana, que rebalsaba de Salsa caliente con banda en vivo y todo, claro, era viernes a la noche en Getsemaní, barrio de putas y drogas, estaba todo en su punto de ebullición y el lugar repleto de gente así que no pudimos entrar pero nos quedamos en la vereda y yo ensayaba unos pasos de salsa con una venezolana. en seguida seguimos camino al Basurto Social Club, nos habían pasado el dato en el primer bar de la noche, el que habíamos ido con las alemanas, y en la puerta del Basurto algún man vendía chupitos de ron barato, o eso había sido la otra noche, no me acuerdo si estaban las otras chicas con el suizo, pero las que sí estaban eran unas argentinas amargas que habíamos conocido en Playa Blanca y que se alojaban en el hostel "cool" de la terraza donde tres días antes un gringo se cayó a nuestro querido hotel "La Española" rompiendo techo y camas y todo y rompiéndose él también. entramos y nos pusimos a bailar, creo que también había una banda, probablemente de salsa, y entonces la ví, ví la Gloria y lo supe por la manera en que me miró, supe que eso terminaba en guerra, pero nunca me imaginé el Gran Hotel y que me expulsaran del Caribe de esa forma; así como tampoco imaginé las "cosas" que hacía la Gloria.
ahora son las tres y media de la mañana y mi turno termina "hasta las siete"...
entonces nos pusimos a bailar con la Gloria y su amiga hasta que nos echaron del Basurto y nos fuimos a ese otro bar que se llamaba ¿Londres?, no sé, no me acuerdo pero por alguna razón lo asocio con esa ciudad y tenía pósters de películas viejas de cine, tal vez de cine mudo, tal vez no, tal vez ni siquiera había pósters de cine, pero fuimos a ese bar donde estaban los franceses de Salento, todos borrachos, por cierto; los que no andamos como locos en busca del dinero, no hacemos más que emborracharnos y perder el tiempo. pero yo no perdí el tiempo y me senté al lado de la Gloria en un cómodo sofá del bar y antes de poder darle un sorbo a mi cerveza la tenía, a ella, a la Gloria, colgada de mi boca y no parecía querer zafarse. la Gloria tenía una cierta mirada desencajada, lo que le daba un cierto aire de locura, por así decirlo, y eso me resultaba fascinante; o tal vez no tanto, pero en esta calma noche de-efeana, recuerdo toda esa locura y como que ¿se me hace agua la boca? viejo lobo, vieja baba, viejos vicios decadentes y hermosos. las arrastramos a las dos hasta nuestro hotel, porque Uli ya estaba haciendo lo suyo, y si hubiéramos sabido donde se alojaban ellas, jaja, nos habría causado gracia llevarlas a nuestra adorable pocilga. pero no lo sabíamos, así que no importa.
al llegar a la habitación espolvoreamos la pimienta en las "Putas Asesinas" de Bolaño y hablábamos con ese ahínco que profesan los borrachos de ¿libros?, qué se yo de qué mierda hablábamos, bueno, ellas eran las periodistas y nosotros los pordioseros, así que estaba todo bien, y estuvo todo bien, por cierto, estuvo todo más que bien, nos escapamos al baño y la Gloria dijo que fuéramos a su hotel, así que salimos a la vereda, tomamos un taxi y llegamos al Caribe con el amanecer. creo que yo vestía bermudas y musculosa más ojotas o algo por el estilo; el botones no dijo ni mu, así que entramos y las arañas imponentes me miraban impolutas, brillaban, el aire acondicionado me helaba los huesos, y yo pensaba que en cualquier momento alguien me tocaba un hombro y me invitaba a retirarme de manera amable o no tanto. bueno, nada de eso pasó, llegamos a la habitación, con dos camas grandes y cómodas y frigobar y... el Caribe no es para cualquiera. de repente y de la nada, la Gloria me despierta de manera brusca, que nos tenemos que ir, que ella se tenía que ir a entrevistar a John Malkovich, que no se qué; yo, que me costaba trabajo poder levantar los párpados, y poco entendía, me preguntaba qué había pasado con el desayuno en la cama mirando el mar, y la Gloria que me empujaba y me vestía para que nos fuéramos de una vez por todas. así que me arrastró hasta la vereda, se subió a un taxi y se fué. yo sabía que no me quedaba ni un peso, y sabía que estaba lejos de mi hotel. por un momento pensé: bueno, paro un taxi y le pago al llegar. pero no, decidí que eso era de cagón, así que me puse a caminar bajo el sol abrasador, mientras me iba convirtiendo en pollo broster. pero por suerte, al llegar a "La Española", me estaba esperando la dueña, que sacó de la heladera un cóctel de frutas frescas y tropicales y me dijo: "tomá, esto te va a hacer bien". bueno, pensé, al menos el pollo no va a estar tan seco.
bueno, yo no estoy en Cuernavaca pero tampoco estoy en Cartagena; recuerdo esa noche que volvimos de Playa Blanca y que al otro día, sábado, nos íbamos a Taganja; recuerdo que al empezar la noche era un pedazo de lomo jugoso y terminé como pollo broster expulsado del Caribe a las ocho de la mañana bajo un sol abrasador, sin un peso ni cigarros, y los jugos de naranja callejeros que me miraban y se reían, todas esas cuadras desde el Gran Hotel hasta Getsemaní, después de una noche de Gloria y miseria, una de esas noches que me encantan y que siempre se acaban, noche que habíamos empezado temprano con Uli y unas alemanas en un bar, contrabandeando al Viejo de Caldas y con unas Águilas para refresacarnos. ellas eran periodistas y estaban cubriendo el festival de cine de Cartagena, ellas, las colombianas, digo, no las alemanas que se fueron a dormir temprano, como siempre; hablo de las colombianas, bogotanas, periodistas -eso ya lo había dicho-, jóvenes; recuerdo abandonar la terraza del hostel "cool" en el que no nos alojábamos porque nos alojábamos en "La Española" donde la Señora Ena nos mimaba, recuerdo abandonar esa terraza y dejarlo a Uli con las alemanas y con la excusa de ir al baño aunque él sabía a donde iba y me dejó ir y yo me fui a caminar por Getsemaní a buscar pimienta y conseguí de las mejores que uno se pueda imaginar; el man me dijo, porque yo le dije que era cara, el man me dijo, andá, probala y después me contás, así que eso hice en el baño de "La Española" y sí, el man tenía razón, así que bajé y le dije que sí y me quedé ahí sentado en el escalón charlando con un colombiano que en vez de llamarse Yael o Yerbabuena se llamaba Marcelo. me quedé ahí sentado sabiendo que en cualquier momento aparecía Uli y el man éste me preguntaba por qué hacía lo que hacía y la verdad es que no encontré una respuesta a su pregunta; tampoco era el momento de ponerme a pensar en esas cosas...
entonces llegó Uli y nos fuimos a la habitación, o tal vez subió el solo, no me acuerdo exactamente, pero después nos fuimos a la esquina, al Habana, que rebalsaba de Salsa caliente con banda en vivo y todo, claro, era viernes a la noche en Getsemaní, barrio de putas y drogas, estaba todo en su punto de ebullición y el lugar repleto de gente así que no pudimos entrar pero nos quedamos en la vereda y yo ensayaba unos pasos de salsa con una venezolana. en seguida seguimos camino al Basurto Social Club, nos habían pasado el dato en el primer bar de la noche, el que habíamos ido con las alemanas, y en la puerta del Basurto algún man vendía chupitos de ron barato, o eso había sido la otra noche, no me acuerdo si estaban las otras chicas con el suizo, pero las que sí estaban eran unas argentinas amargas que habíamos conocido en Playa Blanca y que se alojaban en el hostel "cool" de la terraza donde tres días antes un gringo se cayó a nuestro querido hotel "La Española" rompiendo techo y camas y todo y rompiéndose él también. entramos y nos pusimos a bailar, creo que también había una banda, probablemente de salsa, y entonces la ví, ví la Gloria y lo supe por la manera en que me miró, supe que eso terminaba en guerra, pero nunca me imaginé el Gran Hotel y que me expulsaran del Caribe de esa forma; así como tampoco imaginé las "cosas" que hacía la Gloria.
ahora son las tres y media de la mañana y mi turno termina "hasta las siete"...
entonces nos pusimos a bailar con la Gloria y su amiga hasta que nos echaron del Basurto y nos fuimos a ese otro bar que se llamaba ¿Londres?, no sé, no me acuerdo pero por alguna razón lo asocio con esa ciudad y tenía pósters de películas viejas de cine, tal vez de cine mudo, tal vez no, tal vez ni siquiera había pósters de cine, pero fuimos a ese bar donde estaban los franceses de Salento, todos borrachos, por cierto; los que no andamos como locos en busca del dinero, no hacemos más que emborracharnos y perder el tiempo. pero yo no perdí el tiempo y me senté al lado de la Gloria en un cómodo sofá del bar y antes de poder darle un sorbo a mi cerveza la tenía, a ella, a la Gloria, colgada de mi boca y no parecía querer zafarse. la Gloria tenía una cierta mirada desencajada, lo que le daba un cierto aire de locura, por así decirlo, y eso me resultaba fascinante; o tal vez no tanto, pero en esta calma noche de-efeana, recuerdo toda esa locura y como que ¿se me hace agua la boca? viejo lobo, vieja baba, viejos vicios decadentes y hermosos. las arrastramos a las dos hasta nuestro hotel, porque Uli ya estaba haciendo lo suyo, y si hubiéramos sabido donde se alojaban ellas, jaja, nos habría causado gracia llevarlas a nuestra adorable pocilga. pero no lo sabíamos, así que no importa.
al llegar a la habitación espolvoreamos la pimienta en las "Putas Asesinas" de Bolaño y hablábamos con ese ahínco que profesan los borrachos de ¿libros?, qué se yo de qué mierda hablábamos, bueno, ellas eran las periodistas y nosotros los pordioseros, así que estaba todo bien, y estuvo todo bien, por cierto, estuvo todo más que bien, nos escapamos al baño y la Gloria dijo que fuéramos a su hotel, así que salimos a la vereda, tomamos un taxi y llegamos al Caribe con el amanecer. creo que yo vestía bermudas y musculosa más ojotas o algo por el estilo; el botones no dijo ni mu, así que entramos y las arañas imponentes me miraban impolutas, brillaban, el aire acondicionado me helaba los huesos, y yo pensaba que en cualquier momento alguien me tocaba un hombro y me invitaba a retirarme de manera amable o no tanto. bueno, nada de eso pasó, llegamos a la habitación, con dos camas grandes y cómodas y frigobar y... el Caribe no es para cualquiera. de repente y de la nada, la Gloria me despierta de manera brusca, que nos tenemos que ir, que ella se tenía que ir a entrevistar a John Malkovich, que no se qué; yo, que me costaba trabajo poder levantar los párpados, y poco entendía, me preguntaba qué había pasado con el desayuno en la cama mirando el mar, y la Gloria que me empujaba y me vestía para que nos fuéramos de una vez por todas. así que me arrastró hasta la vereda, se subió a un taxi y se fué. yo sabía que no me quedaba ni un peso, y sabía que estaba lejos de mi hotel. por un momento pensé: bueno, paro un taxi y le pago al llegar. pero no, decidí que eso era de cagón, así que me puse a caminar bajo el sol abrasador, mientras me iba convirtiendo en pollo broster. pero por suerte, al llegar a "La Española", me estaba esperando la dueña, que sacó de la heladera un cóctel de frutas frescas y tropicales y me dijo: "tomá, esto te va a hacer bien". bueno, pensé, al menos el pollo no va a estar tan seco.
domingo, 17 de julio de 2011
prueba.
ya que estaba al pedo, en pedo, y tirándome pedos al despertar de una triste y agotadora borrachera de mezcal en la pulquería de Insurgentes, apenas si lo recuerdo, sí, fué después del partido ese de mierda que jugó Argentina, fué entonces que empecé a tomar cerveza de manera condescendiente y tomar sopa, estaba en la barra del hostel pasando música, punk más que nada, después algo de rock, algo de Ricota y Charly, fué después de todo eso que me fui a la pulquería, creía que ahí estaban Jorge y Dindi, los dueños del hostel, y ahora parece que voy a trabajar en las noches; llegué a la pulquería algo entonado, en la puerta estaba Érica, argentina que también trabaja en el hostel y la pulquería, y el tema es que no tomo pulque, salvo que esté en Xochimilco, pero de todas formas, no estoy bajo el volcán, estoy en el Distrito Federal, y de todas formas, está bien que así sea, o está mal en todo caso, pero en todo caso tampoco importa. de nada sirve si de nada vale, pero, como estaba diciendo, estaba en la pulquería, que de alguna extraña manera se parece al Salón Pueyrredón de la avenida Santa Fé, estaba en la pulquería hacía un rato escuchando una banda de electrocumbia, y ahí estaban todos los que querían estar, y entonces, mientras miraba a una chica que estaba ahí cerca me di cuenta de que era el único que no estaba sonriendo -sin saber muy bien por qué- así que decidí que iba a sonreir. así que eso hice: sonreí, y por un breve instante todo pareció estar bien, ya me entienden: la música, la cerveza previa al mezcal, el amontonamiento de gente, la algarabía y cosas por el estilo. es bueno estar ebrio en la noche mexicana y no tomar coca, ni siquiera pensar en ella; es algo triste, pero estando lejos siento que puedo escribir lo que se me antoje, como hace siete años, pero estando allá no puedo; estando allá no puedo hacer nada, lo cual me trastorna la existencia.
entonces sonreí, caminé y me crucé con Érica, le pregunté si había alguien del hostel porque en la tarde Jorge me había dicho que a la noche salía pulquería y yo los vi irse, los vi irse y se llevaron los cigarrillos así que sabía que se habían ido, y en realidad sólo quería ver a Dindi, su hermana, que me encanta -sí me encanta-, y Érica me dijo que estaban ahí. no los veía por ningún lado, hasta que me acerqué a la escalera y un hombre de tamaño considerable me dijo algo que por cierto no recuerdo pero no me quería dejar pasar, entonces le dije que los conocía y me dejó subir. y ahí estaban, no sé si yo era bienvenido, pero tampco me importó porque ahora sonreía.
después de un trago de mezcal se chupa un gajo de naranja...
en la mesa había jarras de cerveza y botellas de mezcal y me convidaron con gusto y fina voluntad, pero Dindi me daba la espalda, no a propósito, solo estaba hablando con otra persona y ya estaba sentada así antes de que yo llegara; bebí mezcal, cerveza, mezcal, cerveza -con zeta- y Dindi tiene novio, inglés que vive en México hace rato; todos quieren vivir en México, no sé por qué, pero todos queremos vivir en México. gringos, latinos, asiáticos, europeos, todos quieren vivir en México. como sea, en algún momento Dindi se dio la vuelta y charlamos un rato pero como siempre, yo ya estaba borracho y apenas si puedo recordar el momento o recordar de qué hablábamos y siempre es lo mismo, y yo que me jacto de no querer siempre lo mismo, siempre hago lo mismo, igual, lo mismo dá, da lo mismo que dé lo mismo si ahí mismo todo el tiempo pasa lo mismo en Mismolandia. no llueve ahorita en el DF, cosa extraña, pero el DF no es Bogotá, no, no, para nada, me acuerdo que trataba de convencer a María de que Bogotá no estaba tan mal pero Bogotá está mal; no es que esté mal, es una ciudad muy difícil, no como Medellín que es adorable o el DF que es la ciudad latina más increíble de latinolandia. dónde estaba, ah sí, estaba en la pulquería, y estar hablando con Dindi es lo último que recuerdo pero no recuerdo de qué carajo hablábamos así que sólo recuerdo su cara hermosa y decirle algo sobre el hostel, como que estaba bueno, qué se yo, si alguien sabe, por favor me manda un telegrama a la casilla de correos 333 código postal la cerveza da risa. bueno, justo el otro día David, mi amigo chino californiano dijo que quería hacer un blog, así que le robé la idea, hacía rato que lo venía pensando, desde el año 86 más o menos, y entonces la resaca me dijo que sí, que por qué no, si es gratis y da lo mismo estar en un blog que estar en la ducha.
yo sabía que no había salido caminando de la pulquería, apenas tengo un recuerdo de caminar por Colima con la ayuda de Jorge y preguntar por mi chaqueta, pero esta tarde Érica me lo confirmó, me dijo que tuvo que cargarme en sus hombros para sacarme de ahí, y es posible que así sea porque el mezcal es como la memoria, algo caprichosa y olvidadiza. entonces me levanté hoy, algo lerdo y perezoso y subí a la terraza, y ahí estaban el gran David y Sara, japonesa egipcia, mis compinches en el hostel y me puse a pasar música, Oasis, Beck, cosas por el estilo, y desayuné una cerveza que me había sobrado de la noche anterior, David me convidó con más sopa, y se me acerca Pieter y me pregunta si quiero trabajar en las noches, que él se está yendo porque se enamoró de una joven argentina, y yo le dije que por qué no, y entonces me empezó a expilcar cómo usar el excell de las entradas y salidas aunque todaví no había hablado con Dindi, prero parace que Dindi dió el okey, y bueno, seguí tomando cerveza para la resaca y pensé que ¿si tenía trabajo entonces podía tener un blog?
entonces sonreí, caminé y me crucé con Érica, le pregunté si había alguien del hostel porque en la tarde Jorge me había dicho que a la noche salía pulquería y yo los vi irse, los vi irse y se llevaron los cigarrillos así que sabía que se habían ido, y en realidad sólo quería ver a Dindi, su hermana, que me encanta -sí me encanta-, y Érica me dijo que estaban ahí. no los veía por ningún lado, hasta que me acerqué a la escalera y un hombre de tamaño considerable me dijo algo que por cierto no recuerdo pero no me quería dejar pasar, entonces le dije que los conocía y me dejó subir. y ahí estaban, no sé si yo era bienvenido, pero tampco me importó porque ahora sonreía.
después de un trago de mezcal se chupa un gajo de naranja...
en la mesa había jarras de cerveza y botellas de mezcal y me convidaron con gusto y fina voluntad, pero Dindi me daba la espalda, no a propósito, solo estaba hablando con otra persona y ya estaba sentada así antes de que yo llegara; bebí mezcal, cerveza, mezcal, cerveza -con zeta- y Dindi tiene novio, inglés que vive en México hace rato; todos quieren vivir en México, no sé por qué, pero todos queremos vivir en México. gringos, latinos, asiáticos, europeos, todos quieren vivir en México. como sea, en algún momento Dindi se dio la vuelta y charlamos un rato pero como siempre, yo ya estaba borracho y apenas si puedo recordar el momento o recordar de qué hablábamos y siempre es lo mismo, y yo que me jacto de no querer siempre lo mismo, siempre hago lo mismo, igual, lo mismo dá, da lo mismo que dé lo mismo si ahí mismo todo el tiempo pasa lo mismo en Mismolandia. no llueve ahorita en el DF, cosa extraña, pero el DF no es Bogotá, no, no, para nada, me acuerdo que trataba de convencer a María de que Bogotá no estaba tan mal pero Bogotá está mal; no es que esté mal, es una ciudad muy difícil, no como Medellín que es adorable o el DF que es la ciudad latina más increíble de latinolandia. dónde estaba, ah sí, estaba en la pulquería, y estar hablando con Dindi es lo último que recuerdo pero no recuerdo de qué carajo hablábamos así que sólo recuerdo su cara hermosa y decirle algo sobre el hostel, como que estaba bueno, qué se yo, si alguien sabe, por favor me manda un telegrama a la casilla de correos 333 código postal la cerveza da risa. bueno, justo el otro día David, mi amigo chino californiano dijo que quería hacer un blog, así que le robé la idea, hacía rato que lo venía pensando, desde el año 86 más o menos, y entonces la resaca me dijo que sí, que por qué no, si es gratis y da lo mismo estar en un blog que estar en la ducha.
yo sabía que no había salido caminando de la pulquería, apenas tengo un recuerdo de caminar por Colima con la ayuda de Jorge y preguntar por mi chaqueta, pero esta tarde Érica me lo confirmó, me dijo que tuvo que cargarme en sus hombros para sacarme de ahí, y es posible que así sea porque el mezcal es como la memoria, algo caprichosa y olvidadiza. entonces me levanté hoy, algo lerdo y perezoso y subí a la terraza, y ahí estaban el gran David y Sara, japonesa egipcia, mis compinches en el hostel y me puse a pasar música, Oasis, Beck, cosas por el estilo, y desayuné una cerveza que me había sobrado de la noche anterior, David me convidó con más sopa, y se me acerca Pieter y me pregunta si quiero trabajar en las noches, que él se está yendo porque se enamoró de una joven argentina, y yo le dije que por qué no, y entonces me empezó a expilcar cómo usar el excell de las entradas y salidas aunque todaví no había hablado con Dindi, prero parace que Dindi dió el okey, y bueno, seguí tomando cerveza para la resaca y pensé que ¿si tenía trabajo entonces podía tener un blog?
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